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lunes, 30 de octubre de 2017

Loch Lomond y Glasgow (De Edimburgo a Glasgow 2ª parte)

Nos ponemos en marcha camino al Loch Lomond, el lago más grande del Reino Unido (casi 40 km de largo) y en el que se encuentran muchas islas. Está rodeado por montañas, entre las que se encuentra el pico Ben Lomond, además de gran vegetación.
En un primer momento íbamos a verlo por uno de sus lados, pero la carretera estaba cortada, por lo que tuvimos que dar media vuelta, y verlo por el lado opuesto. Tengo que decir que el recorrido por este camino era más bonito, con pueblecitos con encanto, incluso en uno de ellos vimos una boda. El pueblo con más encanto, es Luss.
Cuando llegamos al lago me sorprendió la cantidad de turistas que había. Parece ser que es una de las zonas más turísticas, y que posee incluso campos de golf. La verdad es que me gustan los sitios más tranquilos.
Nos acercamos al lago a hacer fotos, pero vimos que había una plataforma un poco más adelante, y decidimos ir hasta ella. Las vistas eran muy bonitas. Todo el lago rodeado de montañas, aunque hubiera muchas barquitas, no le quitaban protagonismo.


Luego fuimos a otra zona, y había una familia con un perro, y jugaban a tirarle el palo al lago y él iba a buscarlo. En esta foto aparece un poquito.


Paramos un poco a descansar, mientras contemplábamos las vistas y nos hacíamos fotos con la estatua de Tom Weir, escalador escocés, autor y locutor.



Nuestra última parada antes de volver a Edimburgo, era Glasgow, así que hacia allí nos dirigimos. Si os digo la verdad, no me gustó mucho, es una ciudad como Edimburgo, pero ésta, tiene ese aire victoriano que me encanta. No sé, a lo mejor es porque la zona que vimos no era la más bonita, sino la que estaba llena de edificios modernos. Lo que sí me gustó fue la zona universitaria, y la Catedral de San Mungo, donde está la estatua de David Livingstone






Fuimos rodeando la catedral y viendo que a su alrededor había varias tumbas y a lo lejos se podía ver el cementerio victoriano de Glasgow, la Necrópolis. 




Además la catedral está al lado del hospital más antiguo de la ciudad.


No nos fuimos de ella sin ver cabinas azules de policía y hacernos fotos.


El sol ya se estaba escondiendo, y nosotros pusimos rumbo de nuevo a Edimburgo. Cuando llegamos, fuimos a pasear de nuevo por la Royal Mile, a mirar tiendas de regalos y a comprar alguna cosa. Vimos pastelerías con dulces que nos hacían la boca agua, y teterías preciosas, en alguna tomaríamos un té muy rico, pero eso es otro día y no me quiero adelantar.

Ya era tarde y la ciudad estaba apagando sus luces, era hora de que nos fuéramos al hotel, cenáramos algo y apagáramos las velas. Al día siguiente nos esperaba un día más emocionante.




domingo, 22 de octubre de 2017

De Edimburgo a Glasgow (Primera parte)

7 de Octubre de 2017, de Edimburgo a Glasgow

Llevo rato escuchando cómo se despierta la ciudad de Edimburgo y viendo como amanece con un cielo espectacular, cuando suena el despertador y es la hora para ponernos en marcha, no sin antes un rico desayuno, con productos típicos de Escocia.

En un principio nuestra idea es hacer un recorrido empezando por Glasgow y terminando en el castillo de Doune, pero como anochece antes, parece que también cierra todo antes, y sabemos que si lo hacemos así, no llegaremos a ver el castillo. Por lo que al final optamos por hacer el recorrido a la inversa.
Con música escocesa ponemos rumbo a nuestro destino, y por el camino vemos unas majestuosas cabezas de caballo, que nos sorprenden tanto, que paramos a verlas más de cerca. Son los Kelpies, bestias mitológicas que tienen la fuerza y la resistencia de 100 caballos. 



Su creador Andy Scott quiso hacer un homenaje al linaje del caballo que se utilizaba para la industria y que tiraba de vagones, arados, barcazas y carboneras. Me parece que ya era hora de que alguien les hiciera un gran homenaje a estos seres de cuatro patas, tan nobles. Además se crearon de tal forma, que la postura de las cabezas representa su esfuerzo. Fue algo que no nos esperábamos ver y que nos gustó muchísimo.

De nuevo de camino hacia Doune, el paisaje de las Tierras Bajas o Lowlands, nos fue maravillando. Allá donde mirases había campos de gran verdor, donde pastaban vacas peludas, caballos y ovejas (que parecían palomitas porque todas están marcadas con un color: verde, rojo, amarillo…para que así cada casa sepa cuál es la suya). Y hubo un momento en el que a lo lejos pudimos divisar el monumento que se le hizo a un gran héroe…William Wallace.
Poco a poco el trayecto fue transformándose en bosques en los que si le echabas imaginación podías pensar que en cualquier momento podría aparecer Robin Hood con sus hombres. 



Y a través de esos bosques, alcanzamos el Castillo de Doune



El castillo está rodeado de mucha zona verde, de caminos por los que se puede andar tranquilamente.


Nosotros decidimos verlo por dentro y menos mal que lo hicimos, porque era una pasada. Para quién no lo sepa, en este castillo se han rodado escenas de Outlander, de Invernalia...nada más entrar se ve la pared por la que se rodó la escena en la que Bran Stark la escala.



Se ve claramente en ella una especie de asideros. Y en este castillo también se rodó una película…"Los caballeros de la mesa cuadrada", de Monty Phyton.


Ya dentro del propio castillo, lo primero que se ven son las cocinas, que eran enormes. Los ventanales me gustaron mucho. 


Luego pasamos a un gran salón, en el que había una chimenea separada en dos, y una habitación secreta, a la que pudimos acceder y ver con nuestros propios ojos, lo que veía quién ahí se escondía. Además subiendo unas escalerillas un poquito “estrechas” (eran así para que los atacantes a la hora de subir lo tuvieran más difícil y pudieran defenderse los de arriba), llegamos a una sala enorme con otros grandes ventanales, desde los cuáles las vistas eran alucinantes. El otoño se notaba allá dónde mirases.






A la salida pudimos subir otras escalerillas y visitar la habitación dónde se hospedaba María Estuardo.


Después de disfrutar de todo el verdor que rodeaba el castillo, y descansar un poquito, pusimos rumbo a nuestro próximo destino….el Lago Katrine. Tengo que decir que por el camino hacia este lago, se me escaparon unas lagrimillas de la emoción. Era todo, TAN BONITO. De verdad que no tengo palabras para describir todo lo que sentí en esos momentos. Estaba recorriendo Escocia, viendo lugares preciosos, viviendo mi sueño. 

Nos adentramos en el Parque Nacional de las Trossachs. Si alguien os nombra a Walter Scott, sabréis quién es por sus grandes obras. Este escritor se refugiaba en un hotel, que está en medio del bosque, y que él decía que era muy feo, para que así nadie pudiera molestarle y si se enteraba de que alguien iba a ir, alquilaba todo el hotel para él solo. No me extraña que lo hiciera, la verdad, porque de feo no tenía nada, era y es un hotel precioso, rodeado de un entorno maravilloso.

Por fin llegamos al Lago Katrine. Walter Scott, escribió La dama del lago, un poema que escribe tras quedar cautivado por la belleza del lago. Aparcamos y se podían hacer dos cosas: recorrer el lago en barco o a pie. 


Nosotros decidimos a pie, porque creo que es más bonito y puedes dedicar más tiempo a contemplar sus rincones, que son muchos. 


En este lago, parece ser que está la espada Excalibur, pero no la vimos, así que no pudimos convertirnos en reyes. ^_^  Pero tampoco pudimos ver la cueva dónde se refugió Rob Roy, que nació muy cerca de este lago. Pertenecía al Clan MacGregor, que eran todos pelirrojos, y eran también llamados “Los hijos de la niebla”, porque cuando había mucha niebla, se perdía el ganado y ellos se dedicaban a recogerlo y lo entregaban a sus dueños, aunque sobretodo a gente necesitada.
El Lago Katrine es el lago más bonito de Escocia. 


En él se puede contemplar el otoño en todo su esplendor. 


Conforme íbamos recorriendo el camino y adentrándonos más en él, el tiempo cambiaba por momentos. En un trozo llovía, en otro salía el sol, en otro se nublaba...el típico tiempo escocés. Y eso lo hacía aún más encantador.









Cuando nos íbamos vimos una pequeña tiendecita, en la que entramos y compramos algún regalito para casa. Y en el aparcamiento, tuvimos la suerte de contar con un gaitero, que estaba tocando. El sonido de las gaitas me pone la piel de gallina.

Se estaba haciendo la hora de la comida, y paramos a comer en Aberfoyley, que está en pleno corazón de las Trossachs, y es un lugar con encanto, tanto que según dicen hay hadas y elfos, aunque yo no vi ninguno, pero sí hay muchas leyendas sobre ellos.
En este pueblecito tan pequeño existe una tienda peculiar…una tienda de adornos navideños que está abierta todo el año.

Aunque llevábamos sándwiches para el camino, decidimos comer en The Scottish Wool Centre, donde probamos la típica “Baked potato”, rellena de queso, y la sopa del día. Lo que más me gustó fue el postre, un delicioso “scone”, relleno de frutos rojos. Además en este sitio vendían todo tipo de souvenirs escoceses, incluídas las shortbread tan ricas, y aprovechamos a comprar varios paquetes.

A la salida había un pequeño estanque con patos, rodeado de verde, y dedicamos unos minutillos a mirarlos.


Poco, porque el trayecto era largo y teníamos muchas ganas de ver nuestro siguiente destino…el Loch Lomond. Pero eso os lo contaré en la próxima entrada.

domingo, 15 de octubre de 2017

Cumpliendo un sueño

Todos tenemos sueños y uno de los míos era conocer Escocia, desde que de adolescente comencé a leer historias románticas que transcurrían en ella. Así que durante años he soñado con ello, hasta que éste, se ha hecho realidad. Y os voy a contar un poquito de cómo ha ido. Aviso que irán varias entradas, porque ha sido un gran viaje.

Edimburgo, 6 de Octubre de 2017, sobre las 19.30


Llegamos a Edimburgo cuando el sol ya se está ocultando, y tras dejar las maletas en el hotel, decidimos salir a pasear y descubrir zonas de la ciudad. Nuestros pasos nos llevan hacia el centro de la Old Town, la Ciudad Vieja, concretamente a la Royal Mile, donde destacan cuatro zonas: Castlehill (La colina del Castillo, donde precisamente está el Castillo), Lawnmarket, High Street y Canongate.
La Royal Mile, debe su nombre, a una milla de mar

Es una calle llena de tiendas, que conecta el palacio Holyroodhouse, donde reside la reina Isabel II, durante el verano, con el castillo de Edimburgo. Esta calle se sitúa en pleno corazón del casco antiguo. Cómo es de noche, los detalles de sus edificios no se ven bien, pero sé que cuando los vea de día, me dejarán sin respiración, ya que me encanta lo poco que veo. Todas sus casas son muy parecidas, de estilo victoriano, con sus chimeneas. Es algo realmente maravilloso. A cada lado de la Royal Mile, hay muchos callejones “closes”, que veremos a la luz del día.

Entre sus tiendas hay una que nos llama especialmente la atención. En ella venden productos escoceses y cómo tenemos mucho tiempo, entramos a verla. Y claro, para unas personas como nosotras a las que les gusta tanto el dulce, fue nuestra perdición, ya que no nos fuimos con las manos vacías.

Desde allí vemos de lejos el castillo, de noche es muy bonito, pero no nos acercamos a él porque iremos otro día a verlo con más detalle. Así que seguimos caminando por la Old Town recorriendo sus calles, mirando sus tiendas, sus gentes, y nuestros pies nos conducen hasta parar delante de un hotel enorme, precioso y con un reloj muy llamativo, el hotel Balmoral, en plena Princes Street. Su reloj tiene algo peculiar, va siempre 3 minutos adelantado, se dice que es así, para que nadie pueda llegar nunca tarde a ningún sitio.



Se va haciendo la hora de retirarse al hotel, aunque francamente, para nosotras, esa hora aún es temprana, pero parece que Edimburgo se quiere ir a dormir, así que pasamos delante de un centro comercial, un Sainsbury, y compramos lo que será nuestra cena ese día.

Edimburgo es una ciudad que tiene su encanto, sus misterios, y estoy decidida a descubrirlos. Mientras tanto, hay que descansar, así que se apagan las luces, pero hay una que ilumina la sonrisa de mi cara…la luna siempre está presente allá donde vaya.


lunes, 2 de octubre de 2017

R de Redondo

Me gusta el efecto bokeh, hasta el más sencillo.


Una tanda de fotos

Sé que dije que le dedicaría a este pequeño rincón un poco de tiempo, pero últimamente me faltan horas. ¡¡¡Ojalá tuviera un giratiempos como Hermione o pudieran comprarse horas!!! Pero en unos días me marcho de viaje, y quería dejar todo organizado por aquí, con todas las fotos al día. Así que no me enrollo más y allá voy.

35/52. C de Cris


36/52. Abstracto

Para este tema hice dos fotos. 



37/52. Tesoros del mar.

El tema era "estrella". Y también para esta semana hice dos fotos.

En esta primera, hice una pequeña estrellita con conchas de mejillones.


Esta segunda me la curré más, porque hice una plantilla con forma de estrella para que me saliera un efecto bokeh.


38/52. Caliente o frío


39/52. Strips/Rayas


40/52. Una historia alrededor de los juegos

Pues qué mejor para esta foto, que estos dos personajes tan entrañables.



Design: WS
Crisálida © 2016.
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