Todos tenemos sueños y uno de los míos era conocer Escocia, desde que de adolescente comencé a leer historias románticas que transcurrían en ella. Así que durante años he soñado con ello, hasta que éste, se ha hecho realidad. Y os voy a contar un poquito de cómo ha ido. Aviso que irán varias entradas, porque ha sido un gran viaje.
Edimburgo, 6 de Octubre de 2017, sobre las 19.30
Llegamos a Edimburgo cuando el sol ya se está ocultando, y
tras dejar las maletas en el hotel, decidimos salir a pasear y descubrir zonas
de la ciudad. Nuestros pasos nos llevan hacia el centro de la Old Town, la
Ciudad Vieja, concretamente a la Royal Mile, donde destacan cuatro zonas:
Castlehill (La colina del Castillo, donde precisamente está el Castillo),
Lawnmarket, High Street y Canongate.
La Royal Mile, debe su nombre, a una milla de mar
Es una calle llena de tiendas, que conecta el palacio
Holyroodhouse, donde reside la reina Isabel II, durante el verano, con el
castillo de Edimburgo. Esta calle se sitúa en pleno corazón del casco antiguo.
Cómo es de noche, los detalles de sus edificios no se ven bien, pero sé que
cuando los vea de día, me dejarán sin respiración, ya que me encanta lo poco
que veo. Todas sus casas son muy parecidas, de estilo victoriano, con sus chimeneas.
Es algo realmente maravilloso. A cada lado de la Royal Mile, hay muchos callejones
“closes”, que veremos a la luz del día.
Entre sus tiendas hay una que nos llama especialmente la
atención. En ella venden productos escoceses y cómo tenemos mucho tiempo,
entramos a verla. Y claro, para unas personas como nosotras a las que les gusta
tanto el dulce, fue nuestra perdición, ya que no nos fuimos con las manos
vacías.
Desde allí vemos de lejos el castillo, de noche es muy bonito,
pero no nos acercamos a él porque iremos otro día a verlo con más detalle. Así
que seguimos caminando por la Old Town recorriendo sus calles, mirando sus
tiendas, sus gentes, y nuestros pies nos conducen hasta parar delante de un
hotel enorme, precioso y con un reloj muy llamativo, el hotel Balmoral, en
plena Princes Street. Su reloj tiene algo peculiar, va siempre 3 minutos
adelantado, se dice que es así, para que nadie pueda llegar nunca tarde a
ningún sitio.
Se va haciendo la hora de retirarse al hotel, aunque
francamente, para nosotras, esa hora aún es temprana, pero parece que Edimburgo
se quiere ir a dormir, así que pasamos delante de un centro comercial, un
Sainsbury, y compramos lo que será nuestra cena ese día.
¡Qué bonito viaje! Gracias por compartirlo, preciosa. Un besazo.
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