Ha tenido que llegar este año para que abriera del todo los ojos con respecto a una situación. La gente que me conoce, que me quiere, ya llevaba tiempo diciéndome que algunas cosas no eran normales, y por fin he podido soltar lastre, romper lazos, y dejar de ser la que siempre lleva el peso de los demás encima.
Ha pasado lo que ha pasado quizá porque yo he cambiado, he visto la realidad de algunas cosas, y he decidido anteponerme ante algunas personas, y sobretodo anteponer a mi pequeña ante todo. Priorizar mi tiempo, mi espacio, mi familia, mis relaciones, y dejar de ser la tonta a la que se la usa. Porque señores, no estoy sólo para leer lo que uno escribe o deja de escribir, para las cosas malas, las penas, y para cuando los demás no están. No soy el comodín de nadie. No me vale que se me diga que uno no lee mis cosas porque no le interesan, pero yo tener que leer lo suyo. No se me vale que se me mienta a la cara. Y al final una se cansa porque se ha dado cuenta de que no se cuenta con ella más que por interés. Y cuando abrimos los ojos, cuando empezamos a pasar un poco como los demás, a hacer nuestra vida, a no estar tan pendiente, a no estar siempre ahí, es cuando sale la verdadera cara de algunas personas.
Hoy he sentido una sensación de libertad extraña, hacía mucho que no la sentía. Y ayer por fin empecé a ver el sol. De hecho mientras paseaba con mi pequeña, un precioso atardecer quería aparecer entre los árboles.