Momento

Amanezco con una sonrisa, esa que me trae el rayo de sol que acaricia mi rostro como si fuera la suave caricia de un amante.

El ruido de la calle inunda la estancia. Es temprano, pero varias personas pasean por la calle, unas con prisas y otras pausadamente, mientras la ciudad despierta, cansada de dormir.

El día me espera cargado de momentos, que sé me va a regalar. Porque de eso trata la vida, de momentos. No importan los lugares, ni el cuándo ni el cómo. Sólo importa el quién o mejor dicho...con quién.

Reír hasta llorar, contar secretos, anécdotas, caminar sin rumbo, dejando que los pies guíen el camino, compartir momentos que son extraordinarios por la compañía. Los silencios llenos de palabras. Lo normal.

Eso normal, que forma parte del día a día, de aquellas cosas a las que no damos importancia e incluso no vemos, porque las observamos a cada paso. Pero que un día, tu cerebro y tu corazón hacen click, y las vuelve excepcionales. 

Cerrar los ojos, y recordar la canción que escuché en ese instante, la persona que me la enseñó, lo que sentí sólo con oírla y con sentir su presencia. 

Recorrer el camino, ese que guían mis pies, sin rumbo aparente, pero con un destino fijo. Ver el sol calentar tu piel, sabiendo lo que se siente al tocarla y que me erice la piel. 

Porque las personas increíbles, los momentos no planeados, compartir lo mejor y también lo peor, sentir, sentir(te), sentir(nos), dejarme el alma, darlo todo, incluídas mis ganas, abrazar como si no hubiera un mañana, besar como si fuera el último beso, y estar...todo eso hacen que se me erice la piel.

Hay puertas que se cierran y ventanas que se abren ¿o era al revés? Mi alma baila al son que escucha, no sé si a las doce de la noche, me convertiré de nuevo en Criscienta, o seguiré siendo Cris. Quizá me despierte con un dulce beso. Pero sé que ese y este momento, no me lo quitará nadie, por mucho que vuelva a la normalidad