Nada más ve la casa, los recuerdos afloraron a mi mente.
El olor de las sábanas recién lavadas, colgadas en las cuerdas, bailando al son del viento.
El sonido de su voz, cuando me llamaba para ir a merendar el delicioso bizcocho, que hacía con sus manos y que era una delicia para el paladar. Me llenaba la boca de intensos sabores, cómo el de la manzana y la canela.
Dejaba que durmiera lo suficiente...lo suficiente para ver el amanecer juntas.
Por la noche, me contaba viejas historias de las estrellas.
Ella ahora somos todas en una...la niña, la madre, la hija, la abuela, la mujer...Esa mujer que nos eriza la piel.
Los recuerdos a veces son tan mágicos... da igual el tiempo que pase, de pronto te transportas a esos lugares en los que una vez fuiste feliz y no necesitabas nada más que vivir ese presente tan sencillo y a la vez tan especial.
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