He sentido como las palabras llegaban a mi mente en determinados momentos y lugares, como en el autobús camino de casa, o paseando, sin poder parar a escribirlas. Y cuando he querido pasarlas al papel, no he podido, no había forma de sacarlas y darles forma.
Así que he decidido que, sea lo que sea, lo que quiera contar, lo haré sentándome y dándole a las teclas o lo que más me gusta...escribir en papel (por algo soy la chica de las libretas).
Los beneficios de escribir son numerosos: primero dejar plasmados para siempre los recuerdos y pensamientos, entender en un momento determinado qué es lo que siento, qué pasa por mi mente e incluso darle forma a ideas que van surgiendo y que de otra manera no sería capaz de verlas. Dar forma a todos esos escritos que tengo, y con los que podría contar pequeñas y grandes historias, que, además, luego podría compartir con quién quisiera leerlas.
Me he dado cuenta de que desde hace años, hago listas para muchas cosas: de libros que quiero leer, de los leídos, de pelis o series, de cosas que tengo o quiero hacer. Hace nada hice una lista para romantizar mi verano, y me sirvió para ver que aunque no sea mi estación favorita del año, tiene cosas bonitas e importantes con las que disfruto. Y lo mejor, me dieron ganas de cumplir todas y cada una de las cosas que apunté. Creo que es algo que voy a empezar a hacer con cada estación, para sacar el encanto que tienen y empezar a disfrutar de cada una de ellas al máximo.
Quiero empezar a escribir largo y tendido, sin que me dé miedo la hoja en blanco, y si me da miedo, hacerlo igualmente. Quiero, dentro de unos años, volver a mis escritos y asombrarme de lo que escribí, cómo cuando releemos las cartas que recibíamos hace tiempo, con esa misma ilusión.
Por tanto, aquí estoy, retomando lo que dejé y escribiendo mi nueva aventura. De momento, ya llevo en la mochila a todos lados, una libreta y en ella escribo todas la mañanas, antes de entrar a trabajar.
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