9 de Octubre de 2017, recorriendo Edimburgo
El día antes de volver a casa lo dedicamos a ver Edimburgo al completo. Recorrimos sus calles, paseamos por lugares con misterios, descubrimos lo que esconden sus "closes", y entramos en sus maravillosas tiendas.
Lo primero que hicimos fue desayunar. Ese día probamos algo típico de Escocia...los haggis. Es parecido a la morcilla, pero hecho con otro tipo de ingredientes que no voy a poner por aquí. Sólo diré que si os dicen lo que llevan no os lo comeríais, pero si lo probáis querréis comerlo más veces. Está muy bueno, contiene muchas especias e incluso pica un poquito. Quise probarlo porque así me decantaba por llevar alguno a casa. Y después de ver que estaba bueno, no dudé en comprar.
Después del desayuno, nos dirigimos a una tienda que está en plena Princes Street, "Whittard of Chelsea". Antes de ir a Edimburgo, estuve mirando lugares donde poder comprar té, y éste era uno de los más populares. Mientras esperábamos que abrieran, estuvimos probando la opción del móvil de hacer panorámicas (una que nunca se acuerda de que puede hacerlas sin tener que darle muchas vueltas a la cabeza).
Cuando vimos que ya habían abierto, entramos y descubrimos un paraíso para los amantes del té. No me pude resistir y compré los más típicos: Earl Grey y Darjeling, tanto para casa, como para regalar, y después del té, vino el chocolate y el café con sabor a vainilla (está delicioso). Había tazas preciosas, teteras, piruletas de chocolate con sabor a capuchino. ¡¡¡Una maravilla!!! De hecho, con deciros que tras acabarse el té y el café en casa, he hecho un pedido, os digo todo.
Como íbamos cargadas, nos fuimos al hotel a dejar las bolsas y ya a pasear. De camino a la Royal Mile nos fuimos fijando en todo lo que no pudimos ver otros días porque era de noche.
La primera parada fue en Royal Mile Market, una iglesia transformada en mercado artesanal.
Había tiendas que llamaban la atención sólo por detalles que tenían a la entrada, cómo esta, con un bici preciosa.
La primera parada fue en Royal Mile Market, una iglesia transformada en mercado artesanal.
Luego empezamos a recorrer la Royal Mile.
Primero descubrimos la figura de Adam Smith, economista que dijo que la gente no podía trabajar sin un salario y el salario tenía que ser de acuerdo a las horas trabajadas. ¡¡¡Anda que no sabía!!!
Después de ver la figura de este gran hombre, vimos la figura de James Braidwood que hizo algo muy grande...formó el primer cuerpo de bomberos.
Justo al lado de ellos dos, se encuentra la Catedral de Saint Giles. Impresiona con sólo verla desde fuera.
Recorrer la Royal Mile de día es una maravilla porque puedes ver todos sus detalles. Sus edificios tienen encanto. Y todos ellos tienen un color negruzco, debido a que están construidos sobre roca volcánica.
Pudimos ver desde fuera la "Camera Obscura". Es una torre antigua con varios pisos en los que hay exhibiciones de ilusiones ópticas. Además desde el piso más alto, las vistas tenían que ser increíbles. No entramos en un principio, pensando que a lo mejor al final nos daba tiempo, una pena, porque cuando terminamos de ver todo, era ya muy tarde.
Decidimos meternos por una de las calles de Royal Mile, a ver dónde nos llevaba. Primero vimos preciosas casas.
Y luego llegamos al Museo de los Escritores. Una de sus paredes tiene un exlibris con los tres escritores más famosos de Escocia: Sir Walter Scott, Robert Burns y Robert Louis Stevenson. De hecho, este museo está dedicado a ellos.
Es un edificio que me encantó. Allá dónde mirase descubría pequeños detalles.
Salimos por Lady Stair's Close y nos dirigimos a una de las calles más importantes de Edimburgo por la gran cantidad de tiendas que hay, pero sobretodo porque la fachada de cada una de ellas es de un color...Victoria Street.
Esa calle inspiró a la escritora J.K.Rowling para narrar como era el Callejón Diagon. Por ese motivo, hay una tienda dedicada a Harry Potter, llamada Diagon House, que es la perdición para los fans del pequeño mago.
Tras pastelerías, restaurantes (probamos el bocadillo de cerdo en "Oink", muy original el nombre), tiendas de regalos, vi la figura de un hombre que me llamó la atención. Bueno, el hombre no era de carne y hueso, era de cartón, porque sino me habría tirado encima de él en plancha. Jaime Fraser, custodiaba la entrada de una curiosa tienda.
Llegamos a Grassmarket, y allí hicimos un parón. Mientras tanto, contemplamos sus casas y sus curiosos bares. Entre ellos el de Maggie Dickson, cuya historia os sorprenderá y The Last Drop, la última gota. Llamado así porque antiguamente a los condenados a la horca, les daban el último trago para que fueran más relajados.
Nuestros pies nos llevaron a un lugar especial...el Cementerio Greyfriars. Decir que me impresionó, es decir poco. Todo verde, con tumbas muy antiguas, incluso con pequeños cultivos de especias, sí sí, cómo lo oís. En una parte tenían plantas cultivadas. Allá donde mirase, siempre había algo que quería fotografiar.
Desde él se veía el Castillo de Edimburgo.
Además pudimos ver dos cosas más que inspiraron a J.K.Rowling a la hora de escribir Harry Potter. Una fue un colegio, al cuál no pudimos hacer fotos, porque está prohibido y en el cuál se inspiró la escritora para Hogwarts. La otra cosa fue una tumba, con un nombre...¿Lo habéis reconocido? Sí...Voldemort.
Tras saber que entre las tumbas de este cementerio estaba la del sanguinario Mackenzie y conocer la historia de los covenanters, nos encontramos con algo emotivo.
La tumba de Bobby. Su historia es conmovedora. Bobby era un perro que permaneció durante 14 años en la tumba de su dueño, sin separarse de ella, hasta que murió. Como había una ley, que era que todo perro suelto y sin dueño tenía que ser sacrificado, los ciudadanos de Edimburgo, pidieron que Bobby fuera un ciudadano más, y así pudo estar tanto sin separarse de la tumba de su amo, mientras era cuidado por la gente.
Hoy en día todo aquel que quiere deja un palito en la tumba de Bobby, ¿quién sabe si Bobby sale a jugar con él y te concede un deseo?
Saliendo del cementerio hay un restaurante con su nombre y una figura.
Tras callejear un poco, fuimos a ver por fuera el Castillo de Edimburgo, ya que no pudimos verlo por dentro, porque era una visita de mínimo 2-3 horas.
Las vistas desde él eran impresionantes. Por un lado se veía parte de la ciudad.
Y por el otro, parte de Princess Street Gardens.
El castillo me impresionó mucho por fuera, así que por dentro tiene que ser una maravilla.
Recorrimos la Royal Mile en sentido contrario al principio, hasta llegar al palacio de Holyroodhouse. Nuestra primera parada fue para comprar algunos regalos. Luego seguimos andando y maravillándonos con los edificios, como la casa de John Knox, que es la casa más antigua de Edimburgo.
Y con sus detalles. Mirases hacia arriba o hacia abajo, siempre descubrías algo.
Vimos la estatua del poeta Robert Fergusson, que da la impresión de caminar deprisa y con grandes zancadas por el movimiento de su levita.
Entramos en Dunbar's Close y descubrimos una maravilla. Un parque para poder sentarnos y disfrutar de la naturaleza y el otoño.
Tras descansar un poquito, descubrimos otro close...White Horse Close. Cuando entramos en él parecía que hubiéramos retrocedido en el tiempo. Antiguamente había en él una posada, la White Horse Inn. Su nombre se debe a que el caballo de Mary Queen of Scots, era blanco.
Pasamos por delante de una tetería preciosa, antigua y con unos dulces que hacían la boca agua. Clarinda's Tea Room.
Así que cómo estábamos cansadas, decidimos hacer una parada y reponer fuerzas.
Yo (ya sabéis que me encanta el té) pedí uno con sabor a vainilla y me sorprendió ver que me traían una tetera entera. Jamás había bebido tanto té en una cafetería y me pareció una idea buenísima, porque muchas veces el té que nos ponen nos sabe a poco. Y así puedes echarte el que quieras. E incluso si la otra persona se pide otro, siempre se puede probar de los dos.
De dulce me pedí un scone que era una delicia. Se notaba que era casero.
Tras descansar, disfrutar del lugar, y reponer fuerzas nos dirigimos al hotel a dejar las cosas. Por el camino vimos de lejos Calton Hill o la también llamada "La colina de las tres vergüenzas". En él se encuentra el Monumento a Nelson, el Observatorio Astronómico y el Monumento Nacional, que está sin terminar por falta de fondos.
Después de dejar las cosas en el hotel, salimos a pasear por Princess Street y llegamos hasta el pequeño barrio de Dean Village, que parece sacado de un cuento. También es conocido como Water of Leigh Village. Sus casas parecen de aldea. Nos adentramos en él y paseamos por sus puentes, sus calles y sus bonitos rincones.
Fuimos paseando de vuelta al hotel, parando a comprar detallitos, entrando en tiendas increíbles, como una librería que me encantó, Waterstone's, en la que puedes perderte entre sus libros, y ya de paso tomar un café mientras se disfruta de las vistas. Y por último fuimos a comprar la cena.
10 de Octubre de 2017, fin del viaje
Nos levantamos temprano y tuvimos que despedirnos de Edimburgo. Pero no lo hacía triste, sino todo lo contrario. Algo en mí había cambiado. Escocia me sirvió para reflexionar muchas cosas, para ser un antes y un después. Me hizo ver que aunque algunas cosas se vean imposibles, se pueden convertir en realidad. Que si uno quiere, puede. Y yo quise, y pude. Llevaré siempre en mi corazón a Escocia por lo que me ha dado.
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