Todo llega y todo pasa

Esa es la frase que me ha dicho hoy mi señora madre. Y tengo que darle toda la razón. Si alguien allá por el 2020, me hubiera dicho que mi vida iba a dar un giro de 180 grados, no me lo habría creído. Si alguien me hubiera dicho que entre 2022 y 2024 conseguiría hacer realidad tres de mis sueños, le habría tomado por loco, o pensaría que me estaba tomando el pelo. Pero sí, mis tres sueños se han ido haciendo realidad poco a poco. No sin esfuerzo, sudor ni lágrimas, pero los he conseguido. Y todo ese esfuerzo ahora se ve reflejado en la recompensa, y tiene un sabor dulce. No me arrepiento de nada de lo que he hecho.

El lunes, por fin, no sin antes pelearme con sindicatos, direcciones varias y abogados, tengo mi tan ansiada plaza fija. Han sido unos meses de estar pendiente del móvil, de la llamada tan esperada, de hacer otras mil para ver qué pasaba, de desesperarme por momentos y en otros pensar que hagan lo que quieran, pero a la vez sin tirar la toalla.

Han sido meses en los que mi estado de salud ha sido un constante tiovivo, o debería decir mejor, una montaña rusa. Los médicos me daban una de cal y otra de arena. Ponían frenos a mis sueños. Y mientras unos me lo ponían muy crudo, otros me daban esperanzas. Y hoy en día salvo mi querida diabetes con la que me voy peleando de ciento en viento, está todo fenomenal. Los paseos diarios de más de una hora (bueno, no es que vaya a paso tortuga precisamente), se están viendo recompensados. Mi fisio ya me dijo en su día que tenía gemelos que parecían de alterofilia, pues ahora no sé qué gemelos tengo, pero mis piernas por fin están cogiendo la fuerza que tanto necesitaban desde hacía años. Por no decir que jamás han estado tan firmes. Mi cuerpo está cambiando para bien, y mi mente sufrió el cambio que necesitaba gracias a la ayuda recibida por mi coach. Siempre quedan cosas por mejorar, pero...¡quién me ha visto y quién me ve!

Quizás si todos ponemos de nuestro empeño, la mayoría de sueños se cumplen, o al menos, los más importantes. O quizás debamos probar varios caminos, sabiendo que todos los caminos llevan a Roma (qué listos eran estos romanos)

He cruzado puentes con miedo a lo que podría encontrarme al otro lado, puentes que parecían inestables, pero he llegado al otro lado siendo muy fuerte, siendo la Cris que llevaba tiempo buscando. Aquella que se escondió bajo armaduras y que, cuando pudo, empezó a asomar debajo de tanta capa.