Y no un tesoro cualquiera, sino uno que hay que cuidar y
mimar, porque si lo hacemos, estarán eternamente con nosotros e incluso podrán
ser leídos por nuestros nietos, como he hecho yo con libros de mi abuelo, los
cuáles son cuidados y mimados, como si fueran algo frágil.
Cuando mi madre saca un libro de su padre, lo cojo con
cuidado, paso las páginas como si fueran a deshacerse y los miro y remiro,
embebiendo sus palabras, y quedándome embelesada al ver la cantidad de años que
tiene y que ahí sigue...contando sus historias. Me encantan los libros viejos,
esos que sabes que han pasado por varias manos, que han sido leídos por varias
personas y que han llenado de sentimientos a quienes los han leído. Tienen algo
mágico y especial. Los libros unen, y de qué manera.
Siempre que puedo compro libros, así que este año tocaba
comprar alguno en la Feria del Libro. He estado mirando cuál me llamaba la
atención, por cuál sentía un "algo" especial, y he encontrado dos:
"La historia interminable" que ya había leído, pero no tenía en
papel, y "El ruiseñor", que se lo he comprado a mi madre, que sé que
le encanta leer.
Cuidemos de los libros, porque son maravillosos.
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