Si las musas te dicen nada más levantarte que es día de
dibujar, hay que hacerles caso, porque sino, se enfadan y luego no aparecen en
días. Así son ellas. Hay que cuidarlas, mimarlas, y escucharlas, para que se
queden siempre contigo.
A ver qué surge con el mimo de los lápices y el cariño de
los colores.
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