Todos de pequeño nos hemos montado en un tiovivo (no se por qué se llama así), y todos hemos disfrutado. Yo recuerdo que siempre quería montarme en el camión de bomberos o en el caballo.
En fiestas siempre ponen alguno en mi ciudad, y en Navidades no podía faltar. Porque las ilusiones dan vueltas en el tiovivo de la alegría.
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