Así se llamaba el Palacio de la Aljafería. El sábado pasado, aprovechando la visita de una amiga, fuimos a ver este precioso palacio. Lo he visto montones de veces y nunca me canso de hacerlo, porque siempre hay algo que me llama la atención, o siempre descubro algo nuevo (cómo incide la luz, cómo se refleja el sol, los colores diversos en algunas estancias, detalles en los techos, en las paredes, etc) Es algo especial.
Este tiempo de atrás he paseado mucho fuera de él, me he sentado en uno de los bancos que lo rodean, he leído, escrito, pensado, meditado. He pasado mucho tiempo del bueno, contemplándolo, y es que siempre me remueve algo. Me dan ganas de coger papel y lápiz y dibujarlo o bien empezar una historia en la que él aparezca.
Os aconsejo que si no lo habéis visitado, lo hagáis, porque merece mucho la pena.
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