Hoy me he despertado tan temprano que me he quedado en la
cama, contemplando un rato el cielo y cómo iba cambiando de color conforme
pasaban los minutos (si alguna vez os despertáis pronto y podéis ver el
amanecer, hacedlo, es una maravilla), y he cogido el libro que dejé anoche en
la mesilla, porque tengo ganas de terminarlo. Llevo leyendo varios libros
seguidos en el que la época histórica es la misma, La Segunda Guerra Mundial y
ando saturada, deseando comenzar otro, aunque, si os soy sincera, el libro está
muy bien y me da un poco de penita terminarlo, pero sólo un poco.
Ayer me puse a mirar los cuentos que tenemos en casa, tanto
los de mi madre de cuando era pequeña, como los de mi hermana y míos. Es
verlos, tocarlos, recordar sus historias y asomarse una sonrisa en mi cara
recordando lo bien que lo pasé con ellos, lo mucho que me hicieron disfrutar,
viviendo en castillos encantados cuyos dueños eran bestias que acaban
convirtiéndose en príncipes, cabalgando en corceles con el cabello al viento,
luchando contra dragones, montando en alfombras voladoras, recorriendo lugares
increíbles, y conociendo a diferentes personajes, cuyas vidas eran sencillas,
aunque a veces no fueran al principio bonitas, acababan siendo felices.
Disfruté tanto con los cuentos, que acabé amando la lectura.
La sensación de coger un libro que nunca has leído, de contemplar su portada e
imaginar qué aventuras guardará en su interior. Comenzar la primera hoja con
ilusión, con ganas, e ir pasando más y más hojas y de repente darte cuenta de
que te has abstraído tanto leyendo, que por un momento, pensaste que estabas
viviendo realmente lo que viven sus protagonistas. Es una de las mejores cosas
que tengo, los libros. Me encanta rodearme de elfos, de enanos, de montaraces y
magos, de policías resolviendo casos, de romances buenos que te dejan un sabor
dulce, de historias que me llenan y acaban ocupando un lugar especial en mi
corazón. Hay libros que jamás podré olvidar, porque me ayudaron en momentos
importantes de mi vida. Y sé que habrá muchas más historias que llegarán,
algunas para irse y otras para quedarse, pero todas dejarán algo en mí.
Esa es la magia de un libro, que por mucho tiempo que pase,
siempre perdurará en nosotros.
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